“La rapidez que es una virtud, engendra un vicio que es la prisa.”

Interesantes palabras del médico, historiador y científico Gregorio Marañón, fallecido en 1960.

Falleció a los 73 años y nos dejó un legado científico y humano muy interesante.

Personalmente siempre he recordado esta figura porque durante unos años subíA esa avenida en la ciudad de Barcelona que rodea el fútbol club Barcelona, dirigiéndome a la universidad, la avenida Gregorio Marañón.

Sin duda la prontitud o saber resolver en un tiempo breve, un desafío o un entramado, sin duda es un beneficio y puede tratarse de una virtud si la persona lo ha desarrollado a través de su esfuerzo y lo aplica cuando es necesario.

Sin embargo, establecerlo como costumbre es un síntoma de estrés y de exigencia como mínimo.

La rapidez hay que emplearla cuándo realmente es útil. En caso contrario, los tiempos necesarios para las cada cuestión, suelen tener templanza, es decir, el tiempo necesario y justo para realizarlas.

Efectivamente, si la rapidez se convierte en costumbre y en obligación, acabará generando lo que muy bien ha calificado el médico como Prisa.

Prisa por resolver, prisa por acabar, prisa por llegar, prisa por vivir finalmente.

Así que no es una cuestión de velocidad, lo que diferencia la rapidez de la prisa, sino la costumbre y el sentirse invadido por la rapidez.

Justamente hoy hablando con una paciente ya muy avanzada de la gestión del tiempo nos ha percibíamos que cuando un programa o un orden de cosas o cuando un organigrama o el estadillo de los trabajos para un día o las ocupaciones no puede cumplirse, o bien se debe a que está mal programado o a que es imposible cumplirlo por saturación.

La saturación en ocupaciones es el primo hermano de la prisa pues nace otra vez de la exigencia y es otro síntoma de estrés

 

Concluyan ustedes mismos!

 

 

¿Cómo puedo ayudarte?