Sobre la plasticidad de tu cerebro y la transmisión de la experiencia
No podemos olvidar que gran parte de la historia de las especies está condicionada por la necesidad de sobrevivir en un medio que aunque paralelamente ofrece lo necesario para vivir , se plantea al mismo tiempo , hostil o agresivo.
La evolución, pues , está muy ceñida a la capacidad de cada especie de adaptarse a ese medio ambivalente.
Las formas de adaptación han sido físicas a priori pero progresivamente y cada vez con mayor fuerza aparecen adaptaciones que tienen que ver con conductas que prevén, organizan y conocen el medio y cómo sobrevivir.
Y nuestra especie a ese desarrollo que acaba dominando gran parte del medio lo llama inteligencia.
Además se transmite entre generaciones determinado aprendizaje fruto del uso de esa inteligencia e incluso se llega a documentar.
Antes dijimos que lo primero que se adapta es la parte más física y por lo tanto el sistema nervioso y su unidad funcional neurona, se establece y evoluciona como base orgánica de esta inteligencia observable. No en vano al consumo proporcional de energía del cerebro es mucho mayor que el aparato muscular.
Y he aquí lo que impacta: No solo es capaz de deducir, concluir, recordar y goza de plasticidad creando nuevas conexiones y mayores si es necesario entre neuronas , adaptándoos al medio, sino que además imprime un preconocimiento genético.
Significa esto que si las experiencias y aprendizajes se repiten por cientos de generaciones, en cada una de ellas la facilidad para adquirir los aprendizajes que se transmiten, es mayor. Algunos le llaman impronta, como si el bebé y el niño esperasen ese aprendizaje y jugaran con ventaja.
Así por ejemplo, sabemos que existen universales lingüísticos heredables fundamento del aprendizaje del lenguaje, que lo facilita enormemente.
Lo que implica, supuestamente, mayor capacidad de adaptación y la maravilla de la impronta genética, que es capaz de ofrecer la propia vida.
Ricard Montero i Costa
Psicólogo
Economista
